Nuestro país ya agotó los recursos naturales disponibles para todo el año y por eso se genera una “deuda ambiental”, otra vez.


Basado en datos de la Huella Ecológica, que mide los recursos naturales que tenemos y cómo los utilizamos, este año el Overshoot Day o Día del Exceso de la Tierra en Argentina es el 24 de junio, momento a partir del cual nuestro país agotará los recursos naturales disponibles para todo el año y generará una nueva “deuda ambiental”.  

¿Qué es la huella ecológica?

La Huella Ecológica es la métrica de contabilidad de los recursos biológicos más completa disponible. Sobre la base de 15.000 puntos de datos por país por año, suma todas las demandas competitivas de las personas por áreas biológicamente productivas: alimentos, madera, fibras, secuestro de carbono y capacidad de infraestructura. Actualmente, las emisiones de carbono de la quema de combustibles fósiles constituyen el 60 por ciento de la Huella Ecológica de la humanidad. Las Cuentas Nacionales de Huella y Biocapacidad ahora son producidas por FoDaFo con la Universidad de York en Toronto. 

La iniciativa, realizada por Global Footprint Network (GFN), busca generar conciencia y actúa como indicador global de la velocidad en la que estamos “consumiendo el planeta”. Esta fecha calendario no corresponde a una fecha fija sino que se modifica año a año, basada en el consumo y uso que la humanidad realiza de los bienes y servicios naturales y la capacidad de respuesta que tienen los ecosistemas para reponer esos recursos. En Argentina se estimó para el 24 de junio, un mes antes de la fecha global que será el 28 de julio.  

Los resultados son un indicador de la presión sin precedentes que las actividades humanas están ejerciendo sobre la naturaleza. Al ritmo que consumimos, la cantidad de recursos y servicios ambientales requeridos para abastecer nuestras necesidades equivalen a 1.75 planetas Tierra, esto significa que estamos usando un 75% más de recursos naturales de lo que los ecosistemas de nuestro planeta pueden regenerar en un año. En otras palabras, estamos en default ambiental: la humanidad está en números rojos y tiene en su cuenta lo que se conoce como “deuda ecológica”.  

“Para nuestro país, la fecha es un mes antes que el promedio global y los datos dejan en evidencia que si todo el mundo viviera como lo hacemos en Argentina, se necesitarían alrededor de dos planetas para abastecer los recursos naturales que sostienen nuestro sistema de producción y consumo”  afirma Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina. 

“La única manera de retrasar esta fecha es a través de un verdadero cambio en nuestra forma de vida. Desde el modo que consumimos y producimos los alimentos, hasta la manera en que nos movemos, cómo conseguimos nuestra energía e incluso en qué invertimos nuestro dinero. Y si bien todas las personas podemos hacer algo para demorarla, hacen falta también cambios a gran escala desde los gobiernos y el sector privado. Nuestro país, por ejemplo, tiene la posibilidad de aumentar los compromisos asumidos en el Acuerdo de París. Podemos plantear un compromiso mucho más ambicioso de reducción de emisiones si buscamos enfrentar realmente el problema del cambio climático, a través de la inversión en políticas de eficiencia energética o energías renovables, en el transporte, en la construcción e incluso en los sectores agropecuario y forestal”  

Según datos de Global Footprint Network, la Argentina se encuentra dentro de los países que aún cuentan con reserva de biocapacidad -entendida como sus reservas en términos ecológicos- para producir recursos y proveer servicios ambientales, detrás de Brasil, Bolivia, Uruguay y Paraguay. Sin embargo, hay datos alarmantes de nuestro país que dan cuenta que aún hay mucho por hacer al respecto, considerando además que a pesar de nuestra alta biocapacidad estamos por encima de la media a nivel mundial. 

“Hay muchas estrategias que permiten combinar lo económico, lo social y lo ambiental y no podemos seguir esperando para ponerlas en marcha. Estamos en números rojos, cada año la situación empeora y la deuda ambiental se agranda. Es imprescindible poner el foco en la regeneración, la eficiencia y la sostenibilidad en el aprovechamiento de los recursos ecológicos. La naturaleza nos ha dado indicadores de su capacidad de respuesta si reducimos nuestra huella ecológica, recordándonos que necesitamos mucho más al planeta, de lo que él nos necesita”, concluye Jaramillo. 

¿Cómo se han degradado los ecosistemas a nivel global y en Argentina?   

  • Las poblaciones mundiales de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces sufrieron una disminución promedio del 68% debido a la destrucción ambiental por las actividades humanas. En América Latina la reducción, en promedio, fue del 94% y las principales amenazas son la alteración de bosques, humedales, pastizales y sabanas, la sobreexplotación de especies, el cambio climático y la introducción de especies exóticas.
  • Cada año en el mundo se deforestan 10 millones de hectáreas de bosques, el equivalente al tamaño de la República de Corea, o el doble de la superficie de Costa Rica. El Gran Chaco se encuentra entre uno de los 24 frentes de deforestación a escala global, y entre los 9 que están en América Latina.
  • Desde la sanción de la Ley de Bosques Nativos en 2007, se perdieron 3.500.000 hectáreas de bosques nativos en Argentina y con ellos todos los beneficios asociados. Además, mucha de esa deforestación se realizó de forma ilegal.
  • En nuestras costas bonaerenses, el 80% de los residuos encontrados en las playas bonaerenses fueron plásticos. Una alarma que nos indica que la contaminación por plástico y el manejo de los residuos derivados, necesita ser parte de las soluciones para proteger los océanos del mundo. 
  • En Argentina se descartan al mar más de 110 mil toneladas de merluza en buen estado al año, manifestando un manejo deficiente de los recursos pesqueros. A nivel global el 30% de los recursos pesqueros del planeta se encuentran sobreexplotados.
  • Nuestra matriz energética se basa, principalmente, en el uso de combustibles fósiles, cuya combustión emite gases de efecto invernadero y otros contaminantes a la atmósfera, que son los principales causantes del cambio climático y el calentamiento global. 
  • A nivel global, alrededor de un 40% de los alimentos se desperdicia antes de ser consumidos, lo que implica también se desperdician los recursos naturales que fueron utilizados para producirse. Esto sucede a la par de que más de 800 millones de personas en el mundo padecen hambre y 3.000 millones no pueden permitirse una dieta saludable. (FAO).
  • Asimismo, en nuestro país, alrededor del 30 % de niños, niñas y adolescentes sufre emergencia alimentaria.

¿Cómo podemos contribuir a reducir el impacto? 

  • Poner en práctica la regla de las 4R. Reducí tu consumo y desperdicios al máximo. Reciclá tus residuos, para que sean utilizados como materia prima para la creación de nuevos productos. Reutilizá y Repará objetos para darles un nuevo uso y extender su vida útil antes de desecharlos.  
  • Ser responsables con nuestros residuos. Debemos darle una adecuada disposición separando aquellos que son reciclables de los que no. Además, una buena alternativa es hacer compost con los residuos orgánicos, para reducir los desechos al máximo. 
  • Reducir el desperdicio de alimentos. Planificá tus comidas y compras para evitar desperdiciar comida que no utilices. De todos los alimentos producidos  aproximadamente el 40% no se consume y terminan en la basura.  
  • Buscar alternativas sustentables,  que permitan compatibilizar nuestros consumos con la conservación de nuestros ambientes naturales. 
  • Recorrer a pie o en bici todo lo que puedas, así ayudas a reducir el consumo de combustibles fósiles. 
  • Utilizar con moderación y a conciencia los recursos naturales, como el agua y la energía, porque son bienes escasos.